Holaaaaa, he decidido escribir un short navideño especial para celebrar que mañana es Nochebuena, porque soy un amor (? Okya, mejor me callo y la historia.
((Estaría bien, sí)).
Hijo de... ah, de mi madre. En fin, es una historia muy corta sobre la peor navidad que puede pasar, en mi opinión.
Bueno, vamos con...
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Portada cutre hecha en un minuto. |
Corro a toda velocidad, aún con el corazón a mil por ese mensaje. Cuando lo recibí, mis amigos me miraron extraño, pero no lo leyeron. Quizás hayan recuperado mi móvil después de que se me cayera al salir corriendo y lo hayan leído, quién sabe.
De: número desconocido.
Estoy en tu casa. Ven pronto o lo pagarás muy caro.
La cabezas me da vueltas, buscando alternativas menos sangrientas para el mensaje, pero no se me ocurre nada, salvo que alguien se ha colado en mi casa y quiere algo de mí, pero, ¿qué podrá ser? Mis brazos y piernas tiemblan, el sudor resbala, pero mi determinación por dar mi vida a cambio de que mi familia sobreviva es superior a todo eso. Me giro inconscientemente cuando el gorro de Santa Claus que me dieron al entrar en la fiesta se cae, y me fijo en el rojo. Como la sangre. La que puede estar corriendo por los suelos de mi casa o correr por ahí muy pronto.
No puedo permitirlo.
Agarro el primer objeto que puede servirme como arma; no quiero que nadie allí vea un paisaje sangriento, pero de esta situación no se puede salir de forma pacífica. Solo hay una solución, y es lanzar la roca que sostengo contra la cabeza del atacante. Si son más de uno, me las apañaré, pero si muero quiero morir sin rendirme, luchando y defendiendo a los que quiero.
De alguna forma, logro cambiar la roca por un cuchillo de carnicero justo antes de llegar a casa, cosa que agradezco profundamente. Sé que seré más capaz de asesinar a alguien con un cuchillo que lanzar una pesada roca contra su cabeza. Abro la puerta lentamente; nadie ha cerrado con llave. Obviamente, ¿por qué se preocuparía de eso? Sostengo el cuchillo en alto y abro la puerta del dormitorio de mi madre, lanzando el cuchillo, tal vez por causa del terror o por instinto. Lo siguiente que sé es que mi padre está tirado en el suelo, con un cuchillo atravesando su pecho. Mi cuchillo.
-Papá. -Me siento a su lado, con un extraño miedo en mi interior, nunca había sentido ese tipo de miedo es algo diferente, horrible y aterrador. Estoy junto a él, llorando y abrazándole, hasta que la luz se va definitivamente de sus ojos. Ha muerto. Siento un peso y un dolor en el pecho, como si estuviera siento aplastado por toda la frustración que siento. He matado a mi propio padre.
No encuentro a mi madre en ningún lugar de la casa, hasta que, cansado, voy al patio. Allí está su cuerpo destripado, con un rastro de sangre que lleva a la pared y la escala. Siento la bilis subir por mi garganta y vomito ahí mismo, junto al cadáver.
Nunca encontraré al asesino, porque no llegaré vivo a entonces. Se supone que la navidad es una época para ser feliz con la familia y añorar a quién ya no está con nosotros, sentir su asiento vacío en la mesa. Mientras me tomo estas pastillas que acabarán próximamente con mi vida te deseo una feliz navidad, yo no quiero ni puedo vivir como estoy ahora. Tal vez puedas superar una muerte, pero no si la has causado tú.
Feliz Navidad.
Pero, en cuanto mi cuerpo cae, mi alma sigue en pie. No es el yo que se ha suicidado, es el yo que no se rinde y que quiere luchar, el que quiere venganza. El que está dispuesto a matar al asesino de mis padres, sin piedad. Al que la venganza ha cegado y solo quiere recuperar su dignidad, aunque ya no sirva, porque es invisible, está muerto, y eso no cambiará nada.
Mi alma agarra un cuchillo, sin miedo, con determinación, y salta por la pared, dispuesta a hacer justicia, a matar a todo el que deba para poder lograr su objetivo, a asesinar. Trato de detenerlo, pero la luz se apaga y, pronto, todo se vuelve oscuridad. Sonrío en mi último segundo, sabiendo que ahora, tal vez, si existe una vida tras la muerte, podré volver a ver a mis padres.
Pero sé algo horrible: tras la muerte del asesino, mi alma querrá más muertes e irá a por ellas cada veinticinco de Diciembre.
Cuidado y feliz Navidad.
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Y, de está forma tan horrible, escribo yo. No os extrañéis por el final, casi siempre mato a todos, incluso al protagonista. No me gustan los finales felices, ya que la vida no es así, la verdad. Prefiero uno aceptable, pero yo los escribo horribles porque soy muy like a boss (?
En fin, feliz navidad y todo eso. :D
Pilar.